jueves, 26 de noviembre de 2009

Kevin Carter y el Bang-Bang Club

Kevin Carter, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y Joao Silva formaron en la década de los 90 el Bang-Bang Club. Con este nombre se conoció al grupo de fotógrafos que cubrió los violentos incidentes que acompañaron al movimiento de liberación de la raza negra en Sudáfrica: la lucha contra el Apartheid. En este escenario se producían frecuentes enfrentamientos entre el Congreso Nacional Africano (CNA) y el Partido de la Libertad Zulu Inkatha. Este ultimo recibía secretamente armas y entrenamiento militar de las fuerzas de seguridad del gobierno blanco, a cambio de colaborar con ellos en el intento de destruir al CNA.

Ellos trajeron a los rotativos occidentales las primeras imágenes sobre la cruel practica del necklacing: amarrar un neumático al cuello de un hombre, rociarlo de gasolina y prenderle fuego. El necklacing se aplicaba a los negros que o bien colaboraban con el poder blanco o bien no participaban en las huelgas y actos revolucionarios.hombre ardiendoMarinovich gano el Pulitzer en 1991 por una foto tomada durante el año anterior en la que se mostraba a un supuesto espía zulu ardiendo vivo, después de haber sido linchado y rociado con nafta por unos seguidores del CNA. Para mas inri, el hombre de la izquierda le descargó un machetazo en la cabeza en el instante de la toma. La imagen se titulo “Antorcha Humana”.hombre quemado vivoEn marzo de 1993, Carter viajo hasta Sudan para cubrir el movimiento rebelde local. Durante ese viaje tomo la siguiente fotografía en la aldea de Ayod, situada en el sur del país. La zona atravesaba una cruenta hambruna. La desnutrida niña de la imagen se dirigía hacia un centro de ayuda alimentaria de la ONU instalado a unos cien metros del lugar de la escena, y se paro a descansar un rato, vencida por el hambre y la fatiga. Carter espero durante 20 minutos a que el buitre extendiera sus alas para captar una escena aun mas dramática. El animal no lo hizo, así que el fotógrafo ahuyento al buitre y abandono el lugar. Volvió al rato junto con Silva, y la nena seguía allí.hambruna africa sudanEl 26 de Marzo de 1993 el New York Times publico la imagen. Esa misma noche el periódico recibió cientos de llamadas de personas preocupadas por la suerte de la cría: les tranquilizaban diciendo que esta tuvo fuerzas suficientes para alejarse del buitre (respuesta estúpida, pues esos animales no son depredadores, sino carroñeros). Por esta fotografía, Carter fue galardonado con el Premio Pulitzer en la categoría Featured Photography. Recibió el premio el 23 de mayo de 1994, en la Universidad de Columbia.

Ken Oosterbroek fue asesinado el 18 de abril de 1994 durante un tiroteo, mientras el grupo cubría unos enfrentamientos en el suburbio de Thokoza, Johannesburgo. En el segundo plano de la siguiente imagen lo vemos moribundo, mientras Silva, a la izquierda, intenta recoger una instantánea de su compañero. En primer plano tenemos a Greg Marinovich herido. Aquel fatídico día Kevin no se encontraba con ellos.tiroteo fotografosLa muerte de Ken afecto profundamente a Carter. Ademas, este tuvo que soportar multitud de criticas por no haber ayudado a aquella niña en Sudan. El 27 de julio de ese mismo año se suicido usando el método de la intoxicación por monóxido de carbono: con una manguera conecto el tubo de escape de su camioneta con el interior de la misma a través de la ventanilla. En su nota de despedida decía: “[...] Estoy deprimido… sin teléfono… sin dinero para el alquiler… dinero para ayudar a los niños… dinero para las deudas… ¡¡¡dinero!!! Estoy atormentado por vividos recuerdos de asesinatos y cadáveres y furia y sufrimiento… de niños hambrientos o heridos… de locos de gatillo fácil -a menudo policías-, de verdugos asesinos… He ido a reunirme con Ken, si tengo suerte”. Tenia solo 33 años.kevin carterSilva y Marinovich publicaron un libro en el año 2000 titulado The Bang-Bang Club: Snapshots from a Hidden War. En él se puede leer: “Descubrimos que la cámara nunca fue un filtro que nos protegiera de lo peor que tuvimos que presenciar y fotografiar. Mas bien al contrario, parece como si las imágenes se hubieran quemado en nuestra mente ademas de en nuestros negativos”.

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