La ley francesa contempla esta clase de soluciones postmortem cuando un contratiempo frustra una boda de la que había propósito y constancia. Magali y su esposo se la anunciaron al alcalde del pueblo el 25 de noviembre de 2008, dos días antes de que Jonathan George, el novio, se estrellara con su vehículo en una carretera local.
La imagen del difunto, sonriente, acompañó a Magali en la ceremonia. Y no sólo con una fotografía en color ubicada sobre la mesa del alcalde, sino también con el tatuaje que la novia se ha hecho dibujar como la reliquia de un marinero en el antebrazo derecho. Carecía de sentido mencionar el prosaico «hasta que la muerte os separe», aunque Magali sí quiso besar al novio, valiéndose del retrato y con lágrimas en los ojos.
Desde el punto de vista burocrático, la novia no adquiere el estado civil de casada, sino el de viuda. Eran ya los prometidos una pareja de hecho, incluso compartían una hija de tres años y otra de 18 meses.
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