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Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.
Se desconoce desde cuánto tiempo se viene celebrando en Juchitán el día de muertos, sus inicios se pierde en la noche de los tiempos, en esta ciudad, tiene lugar dos formas de homenajear a los difuntos, uno de ellos con el BI’IGUIÉ’E costumbre autóctona antiquísima y el otro el ALTAR costumbre traída por los españoles cuando llegaron a México en 1519.
Los primeros muertos zapotecas –según se sabe- fueron abandonados a su suerte y sus carnes devorados por los animales carroñeros, cuando los grupos se unieron entre sí para defenderse en contra de los animales y para brindarse ayuda mutua.
Surgieron entonces las primeras clases sociales, el gobierno, la religión, la hechicería, la educación y los lugares donde sepultar a sus jerarcas; porque el pueblo era sepultado en lugar diferente al de los jerarcas, surge en los montes del poniente de la ciudad de Oaxaca, Monte Albán como centro ceremonial y Mitla como campo santo o LO BÁ’A; en Mitla se sepultaron los reyes, los sacerdotes y los altos jefes militares.
El cadáver de esos prominentes fueron embalsamado con hierbas y otros elementos naturales para no ser corrompido, y esos cuerpos inertes fueron depositados en criptas, cuyo tamaño era conforme a su jerarquía; el pueblo en general conforme morían sus cuerpos fueron enrollados en petates y depositados en fosas o en cavernas, otros, se colocaron en ollas de barro en posición fetal acompañados de su mujer si eran casados, de su criado o de algún esclavo, esto, por lo que se descubrió cuando al estar cavándose el canal de riego que atraviesa de norte a sur la laguna Biahui’doo en Juchitán fue encontrado senda olla y en el interior de la olla estaban dos esqueletos en posición fetal.
Los frailes españoles se aprovecharon de los indígenas para tener el control sobre ellos, imponiéndoles las ideas religiosas que traían de Europa, algunas de esas costumbres eran coincidentes a las ya existentes en Mesoamérica tanto en modo como en fechas, dando origen a un SINCRETISMO, [fusión de dos culturas], mas a la llegada de esos españoles al sur oaxaqueño es cuando ya surge para el ISTMO principalmente en JUCHITAN el ALTAR, rito que pertenece a la cultura española, los binni’sa istmeños tenían el BIGUIE’E desde tiempos remotos, esta costumbre era practicada por los binni’sáa de Ixtacxochitlán.
Hoy, cuando una persona muere, en Juchitán, con una antelación de seis meses a los Todosantos, se le hace el ALTAR o el BIGUIE’E, en la primera ocasión es el XANDU YA’A (todo-santo fresco), al siguiente año el Todosanto dedicado al mismo difunto, se llama XANDU GUI’ROPA (segundo todosantos), el XANDU se lleva a cabo hasta dos veces para un mismo difunto, pero hay personas con mejores posibilidades económicas que realizan para sus difuntos un XANDU GUIO’NNA (tercer Todosantos) situación completamente excepcional. Si el deceso ocurre antes de ese tiempo (seis meses), entonces los dolientes lo único que llevan a cabo en su hogar es la de colocar frente al mexha bidó’o (mesa de santos) un petate nuevo sobre el cual le ponen algunas frutas, porque se cree que el difunto por ser reciente su defunción se queda a cuidar el lugar donde moran los otros difuntos.
La palabra Biguié’e procede del zapoteco y se compone de Bi: aire, vida o soplo divino y guié’e: flor. El término bí se le da demasiada aplicación, ejemplo se dice: bi-dani, como ya se sabe que bi quiere decir aire o soplo divino, luego entonces dani es la panza, pecho, tronco, dorso etc. unido ambos términos implica decir prenda que cubre el dorso de la mujer o sea la prenda femenina llamada huipil, que los mexicas llamaban huipilli; bí xandu vientos de Todosantos, etc.
El altar de Todosantos en Juchitán, es semejante a los altares de los templos católicos, con SIETE ESCALONES. Se desconoce la razón de las siete gradas; en nuestras vivencias en los Todosantos, hemos visto que desde el piso y en cada una de las gradas del altar se colocan frutas diversas de la temporada, así como marquesotes cortados en tiras que los juchitecos llaman “largo”, panes con figuras de animales [PAN MANI HUINI], pan bollo y tortas; figuras de azúcar en formas de animalitos y en tamaños distintos, recientemente se está poniendo en algunos altares calaveras hechas de azúcar que son traídos de fuera, el pirulí en forma de aves que se produce en esta ciudad, etc., se ponen frascos con mezcal, para el difunto si gustaba consumir esta bebida, cervezas y refrescos embotellados, agua natural, cigarros cuando se trata que el difunto es varón adulto, mas cuando se trata de una mujer entonces se suprime el cigarro, el mezcal y la cerveza, asimismo hay muchas velas y veladoras prendidas que iluminan el altar.
Sobre el altar o al pie de él, se pone comida como tamales, platos con moles o comida de la predilección del difunto, sin faltar el aromático chocolate hecho en casa, batido en agua hirviendo, en algunos hogares el chocolate se bate en leche, caso excepcional.
En los costados del altar se paran platanares con sus racimos de plátanos sazones próximo a madurar, en la parte de arriba se amarran para formar un arco. Sobre estos platanares se les amarran flores de Zempaxochitl, (Guié’e biguá’a: flor de muerto), marquesotes y plátanos de castilla (bidúa shtiá), manzanas, limas, naranjas, etc., se tapiza el altar con estas flores que armonizan el altar con su color amarillo cromo y cubren el recinto con su fragante aroma, sin faltar los racimos de coco en su cáscara verde. Contra la pared junto al altar se recargan varas de cañas de azúcar con sus verdes hojas que apuntan al techo.
El BIGUIÉ’E no es una homenaje distinto a los difuntos, es una manera diferente de adornar el recinto donde está el mexa bidó (la mesa de santos); el biguié’e es un cuadro hecho de tiras de madera o varas derechas superior a un metro de largo pero menos de dos metros, que se amarra semejando un cuadro muy parecido al juego de el COYOTE Y LAS GALLINAS, amarrándose en cada cruce con mecate delgado, anteriormente era de palma ante la falta de mecate se amarraba con ndaga ciña yáa (hojas de palma verde); hecho el cuadro, se cubre con GUIÉ’E DA’ANA (cordoncillo) sobre estas hojas frescas y olorosas se amarran la flor de Zempaxochitl (GUIÉ’E BIGUÁ’A), marquesotes, manzanas, limas, naranjas, etc., el mexa bidó’o no tiene gradas, se emplea solamente el mexa bidóo como mesa.
El BIGUIÉ’E, será colgado frente al mexa bidóo de manera que no obstaculice la vista del o de los santos que se encuentran en el mexha bidó’o, no faltará la o las fotografías del difunto, o de los difuntos.
En la pared junto al mexa bidóo se colocan los platanares, así como las frutas y comidas igual como se atiende el ALTAR lo que se suprimen son las gradas. En ambos casos, ALTAR o BIGUIÉ’E en la casa con varas de cañas de azúcar verde o con platanares flanquean la entrada y se amarran arriba formando el arco, se le amarran plátanos de castilla, naranjas, limas, manzanas, etc., sin faltar el guié’e biguá’a (zempaxochitl)
Tanto el ALTAR como el BIGUIÉ’E se participa a amigos, parientes, vecinos y quienes deseen ayudar al arreglo del altar o a la hechura del Biguié’e, el día que tendrá lugar el arreglo, solamente la realizan los hombres, y estas personas deben llegar a temprana hora; allí les dan a todos los asistentes, chocolate acompañado de panes.
Desde la tarde anterior al arreglo del ALTAR o a la hechura del BIGUIÉ’E al domicilio del difunto llegan las mujeres a ayudar a preparar el mole y al corte de las hojas de plátano que por la madrugada del día siguiente ellas emplearan en la elaboración de los tamales, las vecinas llegan entre cuatro y cinco de la mañana; mientras unas atienden el fogón, otras lavan el nixtamal para llevarlo al molino, otras mas cuecen las carnes si es que no ha sido cocido desde la noche anterior, una vez cocidas las carnes las cortan en pequeños trozos que se colocaran dentro de los tamales con el mole negro, al tiempo que se está calentando el agua para el chocolate.
Si el difunto era soltero o soltera se queman cohetes anunciando al término del arreglo del ALTAR o la hechura del BIGUIÉ’E; caliente el agua se bate el chocolate y se distribuye entre los asistentes con un pan bollo, concluida la ayuda que por lo regular es entre las diez u once de la mañana, o más temprano conforme la habilidad y cantidad de los asistentes, los hombres que deseen quedarse empiezan a tomar mezcal y las mujeres en cuanto concluyen su quehacer se retiran a sus casas, las que hicieron los tamales se les entregará seis tamales más un pan bollo independientemente de la que ya recibieron cuando fue repartido el chocolate, pero a la mujer a quien se le asignó la cocción de los tamales a ésta por ser mayor su responsabilidad se le entregarán doce tamales y un pan bollo.
Jamás se ha visto en un domicilio juchiteco que falten los rezos y el sahumerio (guxu bidóo) en días de muertos, donde se hace ALTAR o se cuelga el BIGUIÉ’E, se elevan rezos por nueve días consecutivos para el descanso del alma del difunto, que empiezan antes y terminan el día del arreglo del altar o la hechura del Bi’Guié’e por todos esos nueve días al inicio del rezo se huma frente al mexha bidóo, la persona que lleva el incienciario huma desde la entrada de la casa y todo su interior. Cuando se arregla el ALTAR o se cuelga el BIGUIÉ’E, las personas que acompañan al rezador o a la rezadora después que se levantan las frutas en el altar o del biguié’e recibirán algunas de esas frutas como agradecimiento el haber acompañado a los rezos.
El día en que se está haciendo el altar o el biguié’e aun cuando no haya concluido el quehacer en casa de los dolientes empiezan a llegar las mujeres llevando flores de zempaxóchitl, (antiguamente no se empleaban las charolas, las flores eran llevadas en jicalpextles), velas o veladoras, así como una aportación económica, en cuanto llega la persona y es recibida por la doliente de la casa, esta la hace pasar donde está el ALTAR o el BIGUIÉ’E platican un rato cuya plática es sobre el difunto, inmediatamente se le entrega su charola con dos tamales y un pan bollo, la visitante permanece breve tiempo en aquella visita y después se retira.
La visita de las mujeres por la mañana es esporádicamente hasta las cuatro de la tarde aproximadamente porque a partir de esa hora hasta las doce de la noche es frecuente; el velorio da inicio regularmente entre las seis de la tarde; si hay patio este ya fue humedecido con agua y bien ordenado se encuentran colocadas las sillas, anteriormente se colocaban los bangu velorio (banco para velorios), que los vecinos se prestaban entre sí, asimismo se utilizaban las banquitas, hoy ya desaparecidas.
Se desconoce la razón por la que en Juchitán los TODOSANTOS en la parte sur de la ciudad se celebran el día 30 de OCTUBRE y en la parte norte el siguiente día, algunos aseguran que la separación de días se debió por una situación política, que a principios del siglo XX cuando el pueblo se dividió en dos bandos, por los PARTIDOS VERDE y ROJO, para evitar problemas, la autoridad municipal tomó esta medida, por esa razón quedó establecida esta modalidad, porque por lo regular en los velorios se distribuye el mezcal entre los asistentes, más aún en los de Todosantos y cuando ya se está borracho afloran los sentimientos distintos. En la actualidad ha desaparecido el problema político, sin embargo, ha quedado firme esta costumbre de homenajear a los difuntos en estas fechas, aunque últimamente sean del norte o del sur llevan a cabo este evento en la fecha que mejor le convenga.
Así se desarrollan los días de muerto en Juchitán, tras esta situación la ciudad recibe una gran cantidad de visitantes tanto de nativos que se encuentran fuera de ella como de personas que desean conocer de estas tradiciones únicas en toda la República.
creditos: www.abcdiario.org
Istmeño de corazon!!!
hasta de la muerte nos reimos!!
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